viernes, 19 de marzo de 2010

Crítica a la razón cruda

El conocimiento envanece, pero el amor edifica.
1Co 8:1

Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
1Co 10:24


Tocando en una de sus cartas a los Corintios, una cuestión sobre la que aparentemente estos le habían consultado, Pablo vierte algunos conceptos que resultan interesantes para complementar algunas de las ideas tratadas en los últimos post.

El asunto era si consumir o no las viandas que se vendían en el mercado luego de haber sido utilizada en los cultos celebrados a los ídolos.

El apóstol hace referencia a dos grupos de creyentes, en relación con este tema, dentro de la congregación a que va dirigida la carta. El grupo formado por aquellos que tenían conocimiento, sabía que no iban a ser ni más ni menos por lo que comieran, pero había otros hermanos, “débiles” dice Pablo, que no terminaban de asimilar esta idea.

Es de destacar que las palabras del apóstol no parecen ir orientadas tanto a vindicar la opinión de los hermanos con conocimiento, sino que contienen más bien una advertencia dirigida a estos, en cuanto al cuidado que debían tener de no envanecerse a causa de su conocimiento, y de evitar causar daño con su proceder a los hermanos débiles, aun cuando estos últimos estuvieran equivocados.

Es como si les dijera: "No importa que ustedes tengan razón, si lo que hacen es de tropiezo al hermano, aun a causa del error suyo, deberían cambiar de actitud".

Resulta una declaración bastante impactante, porque comúnmente estamos acostumbrados a pensar de forma muy distinta. Si estamos en lo cierto acerca de algún tema en torno al cual discurren más de una opinión, consideramos imperioso que se modifique el actual estado de cosas, si no coincide con nuestra postura, y se reconozca lo antes posible que nosotros tenemos razón.

Nos encontramos en esta escritura frente a un llamado de atención importante respecto a la citada actitud, el cual, desde una perspectiva más amplia, permite advertir la presencia de otros factores interviniendo en este tipo de situaciones, entre los cuales debiéramos prestar especial cuidado a la forma en que nuestras actitudes, aun cuando se apoyen en opiniones correctas, influyen en los demás.

jueves, 4 de marzo de 2010

Un yanqui en la corte del Rey Arturo y un cristiano en el mundo de hoy (III)

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Mateo 18:21-22

Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?
1 Cor 6:7

Una primer cuestión importante, entonces, consistiría en el cambio respecto a la persona en que se pone el foco en una situación conflictiva o de desacuerdo. Un segundo aspecto, derivado del anterior, atañe al elemento sobre el que se proyecta la atención en este nuevo enfoque. Este elemento básicamente consiste en la actitud con que se afronta el problema, y la actitud apropiada es presentada por Pablo como aquella caracterizada por la paciencia.