lunes, 16 de junio de 2008

John Stott, El sermón del monte.

Hace tiempo que tenía agendado en mi mente entre las cosas para hacer cuando dispusiera de tiempo, leer algo de John Stott. Nunca había leído un libro completo de este autor, pero una que otra cita oída en algún lado o vista en Internet, resultó suficiente para que me propusiera hacerlo en algún momento.

Estos días se me presento la oportunidad (o excusa?) perfecta para cumplir este postergado deseo, cuando llego a mi poder casi por casualidad un libro de Stott que trata sobre el sermón del monte. Justamente un par de semanas atrás, dos hermanos de la congregación, encargados de la programación de reuniones de enseñanza, se habían acercado para pedirme que hable sobre el famoso discurso de Jesús en una de estas reuniones, así que aproveche la ocasión y me hice en cuanto pude un tiempo para comenzar la lectura.

No fue necesario leer mas que un par de carillas para percatarme que este autor era dueño efectivamente de mi simpatía intelectual. Transcribo a continuación dos párrafos que me parecieron particularmente interesantes y se encuadran en la temática que motiva este blog, esperando
sirvan a la reflexión y auto crítica.

"Pareciera que hemos estado atravesando décadas de
desilusión. Cada generación que surge se encuentra insatisfecha
con
el mundo que ha heredado. A veces han reaccionado con
ingenuidad aunque esto no significa que no hayan sido sinceras
en su reacción. Aquellos que obsequiaron flores y pusieron de
moda su slogan "Haz
el amor no la guerra",no por ello acabaron
con los horrores de la guerra de Vietnam, aunque su protesta no
pasó inadvertida. Otros repudian hoy la opulencia codiciosa del
Occidente que parece hincharse por la destrucción del ambiente
natural o bien por la explotación de los países en vías de
desarrollo, o por ambas; y registran la totalidad de su rechazo
viviendo en forma sencilla, vistiéndose de manera informal,
andando descalzos y evitando el derroche. En vez de las farsas
del trato social burgués ansían relaciones auténticas de amor.
Desprecian la superficialidad tanto del materialismo irreligioso
como del conformismo religioso, porque sienten que hay una
"realidad" sublime mayor que estas trivialidades, y buscan esta
elusiva dimensión "trascendental" mediante la meditación, las
drogas o el sexo. Abominan el mero concepto de vivir una vida
deshumanizante, apresurada y competitiva, y consideran más
honroso retirarse que participar. Todo esto es sintomático de la
incapacidad de la generación más joven de acomodarse al status
quo
o aclimatarse a la cultura predominante. No se sienten en
casa. Están alienados. (...)

Pero al lado de la esperanza que esta forma de protesta y
búsqueda inspira en los cristianos, hay también (o debería haber)
un sentido de vergüenza. Porque si bien la juventud de hoy busca
lo correcto (significado, paz, amor, realidad), lo busca en los
lugares equivocados. El primer lugar al cual ellos deberían poder
acudir es el único que normalmente ignoran: la iglesia. Porque
demasiado a menudo lo que ven en la iglesia no es contracultura
sino conformismo; no una nueva sociedad que encarna los
ideales que ellos tienen, sino otra versión de la antigua sociedad
a la que han renunciado; no vida, sino muerte. Hoy adjudicarían
con prontitud lo que Jesús dijo de una iglesia en el primer siglo:
"Tienes nombre de que vives, y estás muerta'"

STOTT, JOHN; El SERMON DEL MONTE, Contracultura cristiana, CERTEZA UNIDA, Barcelona, Buenos Aires, La Paz (1998). Introducción: ¿en qué consiste este sermón?

sábado, 7 de junio de 2008

Del dicho al hecho

Actualmente es ampliamente aceptado el que los medios masivos de comunicación tienen una influencia para nada despreciable sobre la conformación del imaginario social propio de cada época.

Lazarsfeld y Merton, dos de los autores a los que mas debemos este tipo de conocimiento, dan a entender, hablando de la monopolización de los medios de comunicación, la importancia que esta tiene en el control de las ideas:

“Es inherente, por supuesto, a la estructura política de la sociedad autoritaria, donde el acceso a los medios masivos de comunicación se halla totalmente cerrado para quienes se oponen a la ideología oficial. Hay pruebas que sugieren que este monopolio jugó algún papel en el control por parte de los nazis sobre el pueblo alemán.”1

En La estrategia de la ilusión Humberto Eco vierte el mismo concepto:

"No hace mucho tiempo que para adueñarse del poder político en un país era suficiente controlar el ejército y la policía. Hoy, sólo en los países subdesarrollados los generales fascistas recurren todavía a los carros blindados para dar un golpe de estado. Basta que un país haya alcanzado un alto nivel de industrialización para que cambie por completo el panorama: el día siguiente a la caída de Kruschev fueron sustituidos los directores de Izvestia, de Pravda y de las cadenas de radio y televisión; ningún movimiento en el ejército.
Hoy, un país pertenece a quien controla los medios de comunicación."2

Esta influencia, sin embargo, no se límita a cuestiones estrictamente políticas, sinó que se extiende a todas las areas sobre la que los medios, cada vez mas polifacéticos, viertan sus discursos.

En La estrategia de la ilusión Eco hace también referencia al concepto de “verdad parabólica”, según el cual, aun los programas de ficción transmiten enunciados acerca de la realidad que tienden a favorecer o desmentir determinados puntos de vista según la ideología de quien los proponga.

“Sin embargo, se admite también que los programas de ficción vehiculan una verdad en forma parabólica (entendiendo por esto la afirmación de principios morales, religiosos, políticos). Se sabe que esta verdad parabólica no puede estar sujeta a censura, por lo menos no del mismo modo que la verdad de la información.”3

Los programas de ficción no están completamente ajenos a la realidad sino que suelen tener algunos puntos de contacto con ella. El guión puede hacer referencia por ejemplo a lugares geográficos, ocupaciones laborales, costumbres e ideas que no son inventadas por los escritores sino que en verdad existen. Se genera de esta manera una singular combinación entre ficción y realidad que en principio puede no parecer nociva, pero que puede traer aparejadas consecuencias cuestionables cuando el discurso se centra en cuestiones de cierta controversia.

En el siguiente vídeo se puede observar un ejemplo de como un programa de ficción, en este caso, Friends, una de las mas populares comedias de situación que ha producido la televisión norteamericana, puede contener enunciados que refuercen una determinada postura en un tema controvertido como la evolución.



En el episodio se desarrolla una discusión entre dos de los personajes, Phoebe y Ross. Phoebe comienza el dialogo comentando su escepticismo hacia ciertas cuestiones entre las que se incluyen la teoría de la evolución. Ross reacciona contrariado ante tal afirmación, ya que, sostiene, la evolución es un hecho científico como el aire que respiramos o como la gravedad.

Es importante para comprender el mensaje que la escena intenta transmitir, tener en cuenta el perfil de estos dos personajes. Ross tiene un doctorado en paleontología y trabaja en un museo de ciencias naturales. Es en cierto aspecto el racional del grupo. Phoebe por el contrario es la rara, la chica supersticiosa que ostenta cierto aire hipie y gusta de lo esotérico.

El mensaje transmitido es simple: cualquier persona seria sabe que la evolución es un hecho. Es decir, se presenta a la evolución como un fenómeno establecido fuera de toda discusión, del que solo personas raras con mentalidad arcaica podrían dudar. Y aquí está la trampa, el espectador sabe que la escena es una ficción, pero le es factible pensar que los actores interpretan los roles que sus papeles representan y que las afirmaciones enunciadas por ellos como personajes se ajustan a la realidad.

El problema no es que se represente a un científico que sostenga la teoría de la evolución, sino que como Eco deja vislumbrar que puede suceder, se acentúe " unilateralmente una particular verdad parabólica"4, es decir, se muestre una versión fragmentada de la realidad en que, en nuestro caso, la gente normal o inteligente acepta la evolución como un hecho y solo la gente "rara" se atrevería a ponerla duda.

Este discurso responde en verdad al pensamiento que ostenta el lugar hegemónico actualmente en el campo de las ideas, que como todo pensamiento hegemónico lucha celosamente por conservar su posición ejerciendo todo tipo de violencia simbólica sobre los que piensan diferente. Sin embargo, no se atiene este pensamiento a demostración lógica o empírica alguna, sino a una serie de prejuicios filosóficos propios del hombre moderno contra todo lo que implicara un origen divino, y no responde a la realidad.

Dominique Tassot, Ingeniero, Doctor en Filosofía y presidente del Centro Científico e histórico de Francia, desarrolla sintéticamente cuatro problemas lógicos de la evolución: Las falsas premisas, las contradicciones, los cambios de significado y los razonamientos circulares. En la primera de estas categorías sitúa justamente a la afirmación "la evolución es un hecho" y en la conclusión a su trabajo vuelve sobre el tema al decir:

"La evolución no es un hecho, sino un concepto explicativo, un paradigma (en el sentido de Raoul Kuhn) que inspira diferentes teorías. Es importante tener presente esta distinción si se quiere conservar todo el rigor en la actuación científica y analizar de manera correcta la validez de los razonamientos empleados en las teorías evolucionistas."5

Jonathan Sarfati, Doctor en Fisicoquímica y autor del libro Refutando la evolución explica que no se trata simplemente de que la evolución "no es un hecho probado" sino que incluso la utilización del término "teoría" sería problematico, ya que este se suele utilizar para "una explicación bien sustentada con datos"como la teoría de la relatividad o la teoría de la gravedad, por lo que prefiere referirse a la evolución como "una hipótesis o conjetura no muy bien sustentada".6

El doctor E. H. Andrews por su parte explica como los medios de comunicación contribuyen muchas veces a reforzar la idea de la evolución como un hecho sin investigaciones que sustenten está posición:

"En primer lugar, naturalmente, la Teoría de la Evolución es muy generalmente considerada como un hecho, como describiendo acontecimientos que realmente sucedieron. Los comentaristas y los medios de comunicación presentan la evolución de esta forma, y muchas veces de manera gratuita. Si alguien está describiendo un cierto tipo de ave en un programa sobre la naturaleza en una emisora de radio o televisión, generalmente dirá que en el curso de la evolución el ave «desarrolló» esta clase de pico, o pie, o ala, mientras que se puede saber muy bien, especialmente si se es biólogo, que nadie ha estudiado jamás la «evolución» de aquella ave en particular. Y puede ser que nunca se haya hecho ninguna investigación en absoluto en este sentido. Sencillamente, se da por supuesto que si una ave tiene un ala, o un pie, o un pico de cualquier clase que sea, que ello se tuvo que adquirir mediante un proceso de evolución. ¡No se hubiese podido llegar de otra manera a este resultado concreto! Así, se considera la evolución como un hecho, incluso en casos que no han sido estudiados jamás. Ahora bien, los hechos en que se basa el evolucionismo no conducen precisamente a nada parecido a la Teoría de la Evolución. Los hechos son escasos y dispersos; frecuentemente son discutibles y muy inciertos. Incluso cuando los hechos son claros, bien expuestos y fácilmente constatables, frecuentemente llevarían a un observador imparcial a conclusiones opuestas a la Teoría de la Evolución."7

En resumen, aunque la mayor parte de la comunidad científica adhiera de manera acrítica al pensamiento hegemónico sobre los orígenes, sigue habiendo una porción significativa de gente inteligente y preparada en total desacuerdo con esta postura. Los medios podrán presentar de manera inconsciente o no, una versión recortada de la realidad en que cualquier persona seria aceptaría la evolución como algo establecido sin duda alguna, pero si nos adentramos un poco en el asunto, mas allá de la cascara superficial del "todo el mundo lo sabe" nos encontraremos con que, como dice el refrán, del dicho al hecho, sigue habiendo mucho trecho.





1Lazarsfeld Paul F. y Robert K. Merton, “Comunicación de masas, gusto popular y acción social organizada”. Publicado en MURARO, Heriberto (comp.). La comunicación de masas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1977.
http://www.nombrefalso.com.ar/hacepdf.php?pag=94&pdf=si

2 Eco, Umberto (1986). La estrategia de la ilusión. Buenos Aires, Lumen, cap. “Para una guerrilla semiológica”.
http://www.nombrefalso.com.ar/hacepdf.php?pag=88&pdf=si

3 Eco, Umberto (1986). La estrategia de la ilusión. Buenos Aires, Lumen, cap. "TV: La transparencia perdida". https://sua.politicas.unam.mx/suainfo/libros_electronicos_sua/doc/estrategia_de_la_ilusion.rtf

4 Idem.

5 Tassot, Dominique, F-08310 ANNELLES (1995) FRANCIA.Traducción del francés: Santiago Escuain.
http://www.sedin.org/PDFS/tassot.pdf

6 Sarfati, Jonathan, Avanzando, Argumentos que los creacionistas no deberían usar. Investigaciones Creacionistas (2002) Traducción por Carlos Fray.
http://www.investigacionescreacionistas.com/articulos.php?ID=16

7 Andrews, E.H. ¿Es científica la evolución? SEDIN, Servicio Evangélico de Documentación e Información (1997).
http://www.sedin.org/propesp/X0153_03.htm