Estos días se me presento la oportunidad (o excusa?) perfecta para cumplir este postergado deseo, cuando llego a mi poder casi por casualidad un libro de Stott que trata sobre el sermón del monte. Justamente un par de semanas atrás, dos hermanos de la congregación, encargados de la programación de reuniones de enseñanza, se habían acercado para pedirme que hable sobre el famoso discurso de Jesús en una de estas reuniones, así que aproveche la ocasión y me hice en cuanto pude un tiempo para comenzar la lectura.
No fue necesario leer mas que un par de carillas para percatarme que este autor era dueño efectivamente de mi simpatía intelectual. Transcribo a continuación dos párrafos que me parecieron particularmente interesantes y se encuadran en la temática que motiva este blog, esperando sirvan a la reflexión y auto crítica.
"Pareciera que hemos estado atravesando décadas de
desilusión. Cada generación que surge se encuentra insatisfecha
con el mundo que ha heredado. A veces han reaccionado con
ingenuidad aunque esto no significa que no hayan sido sinceras
en su reacción. Aquellos que obsequiaron flores y pusieron de
moda su slogan "Haz el amor no la guerra",no por ello acabaron
con los horrores de la guerra de Vietnam, aunque su protesta no
pasó inadvertida. Otros repudian hoy la opulencia codiciosa del
Occidente que parece hincharse por la destrucción del ambiente
natural o bien por la explotación de los países en vías de
desarrollo, o por ambas; y registran la totalidad de su rechazo
viviendo en forma sencilla, vistiéndose de manera informal,
andando descalzos y evitando el derroche. En vez de las farsas
del trato social burgués ansían relaciones auténticas de amor.
Desprecian la superficialidad tanto del materialismo irreligioso
como del conformismo religioso, porque sienten que hay una
"realidad" sublime mayor que estas trivialidades, y buscan esta
elusiva dimensión "trascendental" mediante la meditación, las
drogas o el sexo. Abominan el mero concepto de vivir una vida
deshumanizante, apresurada y competitiva, y consideran más
honroso retirarse que participar. Todo esto es sintomático de la
incapacidad de la generación más joven de acomodarse al status
quo o aclimatarse a la cultura predominante. No se sienten en
casa. Están alienados. (...)Pero al lado de la esperanza que esta forma de protesta y
búsqueda inspira en los cristianos, hay también (o debería haber)
un sentido de vergüenza. Porque si bien la juventud de hoy busca
lo correcto (significado, paz, amor, realidad), lo busca en los
lugares equivocados. El primer lugar al cual ellos deberían poder
acudir es el único que normalmente ignoran: la iglesia. Porque
demasiado a menudo lo que ven en la iglesia no es contracultura
sino conformismo; no una nueva sociedad que encarna los
ideales que ellos tienen, sino otra versión de la antigua sociedad
a la que han renunciado; no vida, sino muerte. Hoy adjudicarían
con prontitud lo que Jesús dijo de una iglesia en el primer siglo:
"Tienes nombre de que vives, y estás muerta'"
STOTT, JOHN; El SERMON DEL MONTE, Contracultura cristiana